domingo, 25 de octubre de 2009

Tiempo de vacaciones

El sol brilla abriéndose paso entre las indecisas nubes, acentuando con sus rayos multitud de matices verdes sobre el frondoso bosque que recibe a la primavera, en el cielo gris las nubecillas juguetean con la lluvia y en el llano, un tupido manto de espesa hierba cubre la tierra, jaspeado de pequeñas flores silvestres amarillas y blancas. Algunos pajaritos claman atención desde sus nidos cuando sus atareados padres pasan todo el tiempo fuera para asegurar su sustento.
- Bonito día, aunque pero un poco frió-, dijo Esteban, terminando de subirse hasta la nuca el cuello de la gabardina.
- Por eso te dije que cogieras el abrigo-, contestó el otro hombre que estaba sentado a su derecha.
- ¿Donde me has traído?
- A un parque.
Esteban y Mark dos hombres de mediana edad, bien vestidos con elegantes y gruesos abrigos largos, zapatos caros y guantes de piel negros, estaban en un parque sentados en un viejo aunque reluciente banco de madera blanco, el bosque rodeaba un llano de larga y espesa hierba, que se abría a la derecha de un camino. Un hermoso paisaje centro europeo en primavera.
- Eso ya lo veo pero, ¿donde?-. Replicó Esteban fulminando con la mirada a Mark. A veces su querido colega lo exasperaba con su falta de claridad, le encantaba crear misterio, y Esteban no se caracterizaba por su paciencia precisamente. Aunque le desesperaba esperar la respuesta nunca le disgustaba la sorpresa final.
- Estamos en el norte de Europa, finales de siglo XIX-. Respondió Mark con tranquilidad.
- ...y ¿estamos esperando que pase algo? Algo emocionante...no había pensado en pasar mis vacaciones de esta manera-. Dijo Esteba impaciente, con cara de curiosidad.
- Ten paciencia...
-pero entonces ¿esperamos algo? No sabia que te referías a esto cuando dijiste 'algo diferente que cambiara tu forma de pensar'-, dijo Esteban, que siempre que esperaba a algo, se concentraba tan intensamente para descubrir el hecho cuanto antes, que estaba pendiente de todo, no se dejaba le pasaba un detalle, su mente se aceleraba y el tiempo se reducía, convirtiendo en ansiedad, una tediosa espera.
- Hay muchas cosas que te pueden cambiar la forma de pensar-, dijo Mark- un hecho sorprendente en lo mas natural.
- ¡Hombre pero un parque...! Tampoco es la decimotercera maravilla del mundo, ni el parque mas bonito de la historia, después de haber visto la ultima puesta de sol del Titanic, el Taj Mahal o la caída del coloso de Rodhas, haber ido a escuchar a Jesus en Jerusalén, o ver el primer estreno de 'El fantasma de la Ópera',¡un parque!¿De verdad creías que un parque en Europa me iba a gustar?
- ¡Mira! Ahí están-. Le interrumpió Mark.
- ¿Están quien?
- Esos niños...-, dijo Mark dirigiendo la mirada hacia el camino, por donde se acercaban unos niños corriendo que se metieron en el parque.
- ¿Son esos niños los que venimos a ver,? Viajamos mas de 130 años y vamos a ver a un grupo de niños en un parque...-, dijo Esteban con un severo tono desilusionado. Esta vez su amigo si que lo había sorprendido con aquella elección . Que forma de desperdiciar las vacaciones. Dentro de su cabeza su irritación iba aumentando.
- Tu espera...- se defendía Mark intentando fijar su atención en el grupo de niños que se ponían a jugar, como si fuese a pasar algo espectacular.
- ¿Que pasa que aparece una nave extraterrestre por primera vez o que, porque aquí y porque ahora?-. La paciencia de Esteban se estaba agotando, desperdiciando su dinero y sus vacaciones en este lugar, en lugar de estar en un paraíso, disfrutando de una buena batalla medieval o con las increíbles explosiones de lava de algún majestuoso volcán.
Por el camino se acercaba también una mujer, con aspecto de niñera, con un niño mas pequeño que los demás. Al llegar al parque el niño se quedó agachado, jugando solo con las abejas de las flores, separado del resto de niños que jugaban al perseguirse, gritando y riendo.
- Ten paciencia hombre...¡mira! Mira, aquel el que esta solo, el que se agacha a jugar con las flores. Esta jugando con las abejas sabes, su padre es apicultor.
- Vaya si que es verdad...es sorprendente un niño de seis años al que le gusta jugar con las abejas y no tiene miedo, ¿quien es, el creador de la abeja maya, el descubridor de la penicilina? ¿Y como sabes tanto de él, y donde iba a estar? ¿ Quién es?-. Dijo Esteban con exagerado tono sarcástico, intentando mostrar su enfado y ridiculizar a Mark.
- Es que ya he venido antes... vine a buscarlo y estuve por aquí hasta que lo encontré-, continuó Mark- ¿tu sabes ese documento que te hacen firmar en la agencia de no interferir con nada ni nadie en los desplazamientos?
- Claro, la clausula que se llama 'juramento de no-intromisión'. Su incumplimiento tiene unas graves consecuencias legales ¿sabes? Hay que tomárselo muy en serio.
- Pues la primera vez que yo lo firmé no lo hice 'tan' en serio-. sonrió Mark. -Este fue mi primer desplazamiento en el tiempo, y vine justo a buscar a este niño. Este, aun pequeño, he inocente monstruo, que con sus asesinatos conmocionó a toda la humanidad. Este niño cambiará el mundo, de una forma horrorosa e indescriptible y será el responsable de la muerte de decenas millones de personas.
- ¡Joder! Pero si es un niño de seis años, ¿quien es, donde estamos?- Dijo Esteban, que empezaba a tranquilizarse con la curiosidad. Su amigo Mark siempre sabía encontrar buenos temas.
- Te acuerdas cuando eramos mas jóvenes y hablábamos de cambiar el mundo, cosas que cambiaríamos de la historia y tal.
- Si me acuerdo-, dijo Esteban.
- Soñábamos que cuando nos lo pudiéramos permitir usaríamos los desplazamientos temporales para cambiar la historia de la humanidad, incluso si eso significaba que posiblemente cambiasen cosas que negarían el origen de nuestra propia existencia, que revolucionarios eramos, que anarquistas y luego se nos olvidó, y con el tiempo nos aburguesamos, nos creímos los protagonistas de nuestras propias vidas y sin quererlo decidimos que nadie nos lo iba a fastidiar porque nos costó mucho esfuerzo llegar a donde llegamos, fuimos absorbidos por el sistema en cuanto encontramos nuestro lugar.
- Sí, entiendo lo que dices-. Dijo Esteban.- Y la verdad, cuando uno es joven piensa que puede cambiar el mundo, pero nunca lo logramos, nos dimos cuenta que el mundo no se dejaba cambiar. Pero ahora es de otro modo, es totalmente diferente, antes lo luchábamos todo más, y ahora lo tienen todo mas fácil. Ahora los jóvenes carecen de objetivos, la gente se ha acomodado, carece de ideales, nadie lucha por nada, no son como eramos nosotros, nosotros luchamos...
- ¿De verdad luchamos?- Preguntó Mark.
- Pero, ¿donde estamos?
- Una vez tu y yo soñamos que si pudiésemos cambiaríamos una de las manchas negras de la historia de la humanidad, que sabíamos como evitar la segunda guerra mundial, evitar el Holocausto judío, las detonaciones nucleares de Hiroshima y Nagasaki y salvar la vida de mas de 60 millones de personas. Pues estamos en Hafeld, Alemania, en 1896, ese niño que juega con las flores se llama Adolf, dentro de un momento lo descubrirás, aquella señora que viene por el camino es Klara Pölz, su madre.
- Adolf...Adolf, ¡Aldof!- Gritó Klara Pölz.- Halten Sie an, um mit den Blumen bereits zu spielen. Dann beißen die Bienen Sie und Sie werden sich der ganze Tag beklagen(¡Adolf!Deja de jugar con las flores ya. Luego te pican las abejas y te quejarás todo el día).
- No puede ser, ese niño...pero si es encantador
- Si, hasta ese monstruo fue un niño, ahora tiene 7 años.
- No me digas que viniste aquí para....para...acabar con la guerra mundial? ¿Y porque tan pequeño, porque tan atrás en la historia?
- Quería ver sus ojos, quería saber si siempre estuvieron llenos de maldad, o hubo alguna vez algo de inocencia.
- ...y no pudiste hacerlo...
- Tu también jurabas que lo harías...
- ...y, ¿tampoco podré?
- Tampoco podrás.
Los dos elegantes hombres se levantaron del banco y se dirigieron en la dirección donde estaba la mujer con el niño.
- Guten morgen, meine frau, ist ihr junge?(¿buenos días señora, es suyo?)- Dijo Mark saludando a la señora con un marcado gesto de su cabeza.
- Ja, ist mein Sohn, Adolf (Si, es mi hijo Adolf)-. Dijo Klara, agachándose a la altura del niño. Cogió una esquina del delantal blanco que llevaba atado y le limpió la cara y las manos, de un poco de tierra que llevaba.
- Hallo, klein. Hören sie ihrer mutter, Klara, nicht Geschichtslehrer, und erinnern zu, der bessere farbe ist als zu töten. (Hola pequeño. Obedece a tu madre, Klara, no escuches al profesor de historia y recuerda que siempre es mejor pintar que matar)-. Le dijo Esteban al pequeño, acariciándole la cabeza. El chico abrió un bote de cristal donde llevaba algunas abejas encerradas y las dejó escapar. Le dio el bote a su madre y salió corriendo hacia los otros niños.- Auf wiedersehen meine frau. (Adiós señora).
- Auhf, auf wiedersehen...
Se despidieron con un gesto de sus cabezas, la mujer se quedó boquiabierta mirando a los dos hombres, que se dieron la vuelta y se alejaron caminando hacia el bosque por el camino.
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- Pues sí-, dijo Esteban,- aun no tenia ni una pizca de maldad. Nunca podría hacerlo. Quien iba a pensar que un niñito tan normal se va a transformar tanto y cuando crezca será un monstruo que arrasará Europa y cambiará la humanidad. Es una buena lección que me da mucho que pensar... ¿Crees que si lo hubiésemos buscado cuando eramos mas jóvenes y él un hombre adulto, lo habríamos hecho?
- No tengo ni idea-. Dijo Mark.- Nunca lo intentamos y nunca lo volveremos a intentar.
- Bueno, y ¿que hacemos ahora?- dijo Esteban mirando hacia Mark. -¿Volvemos ya?
- Atenas -. Dijo Mark sonriendo.
- ¿A Atenas...?- Mark, no pudo reprimir su sorpresa.
- Si colega, es un largo camino en esta época, pero merece la pena. ¿Pensabas que te iba a fallar de esta manera? Amigo mio, conmigo de viaje nunca te vas a decepcionar, es para lo que hemos venido a esta fecha.
-Pero, ¿no era este niño lo que me querías mostrar? Creía que con la lección había terminado el viaje.
- No hombre esto es solo el principio, nos vamos a Grecia.
- Sí, ya lo dijiste a Atenas, y ¿que se nos perdió en Atenas?
- Los primeros juegos olímpicos de la era moderna están apunto de comenzar...
- ¡Uau!¡A Atenas!- exclamó Esteban. Sonrió mirando al cielo, cogió a Mark de la mano, y se agarró a su brazo, emocionado y sorprendido, todo empezaba a mejorar. -Sabes cariño, aunque nos pasemos la eternidad recorriendo la historia, nunca dejarás de sorprenderme.

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